28 de septiembre de 2011

Hablemos de Cirugía Estética (2): EL BOTOX

Como os decía, llega un momento en la vida de una mujer (y de un hombre, claro)... En el que adelgazar kilos no es suficiente, y se hace necesario Adelgazar Años.

Ya hemos comentado algunas de las cosas que NO se deben hacer. Es hora de hablar de otras que, por el contrario, son de gran ayuda a la hora de mejorar y rejuvenecer.

Una de ellas es, cuando la cosmética ya tiene poco que hacer, acudir a un cirujano plástico de confianza. Con titulación,  colegiado, y, si es posible, del que tengamos referencias personales de familiares o amigas que se hayan puesto en sus manos con éxito.

Hoy voy a hablaros sobre el BOTOX. No, no me voy a poner pesada con explicaciones científicas, para eso ya tenemos internet, donde hay información de especialistas más que suficiente.

Voy a contaros lo que sé, como paciente bien informada (hay que preguntar todas las dudas sin cortarse), y con mi experiencia de usuaria en la mano.

22 de septiembre de 2011

MATAR A LA MARUJA (3)

Os contaba, que, un par de semanas más tarde, muy probablemente cuando superó el shock de haber sido confundida con mi madre, mi amiga la de la boda, me llamó para pedirme que revisara su armario. Yo la quiero mucho y me alegré. Por fín me daba la oportunidad de ayudarla a desembarazarse de todo ese lastre en forma de prendas clásicas y pasadas de moda.



Tiene mucha ropa, principalmente porque lo guarda todo. Atesora, por ejemplo, una colección de jerseys de cachemir ingleses años 60, algunos heredados de su madre. Aunque quedarían deliciosamente inocentes en una chica de 20, harían parecer una apacible abuelita a la mismísima Demi Moore. Le dije que, para empezar a hablar, los rebozara en naftalina y los encerrase en un baúl bajo llave, tirándola por si acaso, a la espera de tiempos peores; es decir, para cuando cumpliera, mínimo, los 75. Muy bien dispuesta, los recogió todos y los amontonó sobre la cama, con la determinación de desterrar, con mi ayuda, todas aquellas prendas que tantos años le engordaban.





Pasamos entonces a abrir los armarios de manera formal: En el primero tenía una colgada de no menos 40 ó 50 camisas y blusas a cual más rancia, cuando no directamente cursi: Un botoncito por aquí, un cuello bobo por allá... Florecitas y Florezotas estampadas, colores teja, granate, mostaza... ¡¡Uuuuff!! Me lié a sacar perchas de manera frenética y echarlas sobre la cama,  a la voz de “Ésta fuera, ésta también, y ésta, y ésta…” Entonces sucedió: La Maruja despertó de repente, y  escuché su voz angustiada: “¡¡No, no, noooooo, es que todas esas me las acabo de comprarrrrr!!” (Oño, recién compradas y ya tan viejunas). Volví a colocar una tras otra las perchas en su sitio, decidiendo que la sesión de cambio de imagen había terminado antes de empezar. Y es que hay cosas que no tienen remedio.